miércoles, 23 de septiembre de 2015

Pablo Criado: un bombero en el Himalaya


Más de noventa horas corriendo por encima de los 4.200 metros de altitud es lo más parecido a correr a las puertas del cielo. Atravesar la zona más inhóspita y desconocida del Himalaya no es sólo un reto sino que también es una aventura digna de ser contada. Pablo Criado (Santander, 29-3-1976), corredor de ultrafondo, ayudado de sus palos y de una mochila fue uno de los 'locos' que concluyó el pasado mes el Ultra Trail 'Chismes' Dolpo-Himalaya. Para este aventurero, fue un «premio» a una temporada plagada de hazañas, atravesar los caminos por los que tan sólo se puede ir a pie. «Son 332 kilómetros por Nepal. Circundas el monte Anapurna, en la región del Dolpa, la zona más desconocida del Himalaya. Fueron once etapas, todas ellas de entre 26 y 52 kilómetros. Discurren entre los 4.200 y los 5.500 metros de altitud. Los caminos sólo son transitados por cabreros. Parece que retrocedas en el tiempo setenta años», asegura el protagonista de esta historia.
Cada corredor se lleva sus propios víveres y se proporciona su supervivencia. «Barritas energéticas, bebidas isotónicas, es decir, como en una carrera normal». Luego, al acabar, los residentes de la zona invitan a los 'héroes' a degustar los placeres que brindan las montañas por aquellos lares. «Comes el arroz con lentejas o los macarrones liofilizados que llevan los miembros de la organización. Los habitantes de las montañas te cuidan y te dan de comer en los poblados. Vives una experiencia espectacular».
La carrera es dura, no sólo porque el recorrido tiene unos desniveles feroces sino porque el 'mal de la montaña' es el enemigo a batir en todo momento. «Hay que imaginarse que yo pasé de entrenar a cero metros de altitud por el Sardinero el último día que estuve en Santander a más de 4.000 en la primera etapa. Los últimos días sí que me dio la borrachera de 'altura'», rememora Criado a la vez que esboza una pequeña sonrisa.
Seis etapas en las que se lucha contra el frío de la mañana y en las que los participantes se enfrentan a la misteriosa noche. Pero, ¿cómo se puede organizar y controlar en medio de una de las zonas más salvajes del planeta una carrera? «La organización coloca un corredor escoba. Va por detrás y recoge con médicos y auxiliares a todo aquel que sufra un percance. Este año, un compañero sufrió un edema pulmonar por la altura y tuvimos que hacer una reagrupamiento», afirma el corredor cántabro.

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